La maldición de Durango: entre los vendepatrias del gobierno de Villegas y la traición de Mónica Palencia

Después de liderazgos populares de la estatura de Francisco Villa en los albores del Siglo XX, sobresalen en este Siglo XXI cuadros sin visión política y peor aún, con herencia de vendepatrias y traiciones. Lo que pasó el mes de abril para Durango realmente quedará en los anales de la historia tragicómica mexicana.

Primero, la invasión de la policía ecuatoriana a la embajada mexicana en Quito, violando el status de soberanía en plena cacería del Jorge Glass, quien fuera vicepresidente del Ecuador desde el 24 de mayo de 2013 hasta el 6 de enero de 2018. Después de negársele la nacionalidad ecuatoriana, bajo el gobierno de Rafael Correa y Lenin Moreno, en noviembre pasado, Mónica Rosa Irene Palencia Núñez fue designada como ministra de Gobierno y ministra encargada del Interior de Ecuador, por lo que la policía ecuatoriana le reporta directamente además del oficio emitido para el asalto de la embajada.

Al mismo tiempo, en ausencia del presidente Daniel Noboa, quien estaba fuera del país, Mónica Palencia quedó al frente de la presidencia ya que la vicepresidenta Verónica Abad fue enviada por Noboa a Tel Aviv precisamente por enfrentamientos con el polémico presidente.

Después del lamentable suceso, Rafael Correa la acuso de traición a la patria y no es para menos, pues a pesar de la orden, siempre está la salida de la dignidad en momentos de crisis diplomática. Lo único que hubiera perdido hubiese sido su puesto y su sueldo, porque la legitimidad del gobierno de Novoa está por los suelos. 

En México, sólo los activos de Acción Nacional y sus académicos de cartón justifican la torpeza de Mónica Palencia. Incluso, su hermana Martha Palencia, busca una diputación federal por Movimiento Ciudadano y no sólo no se ha pronunciado al respecto, sino que en sus redes sociales promueve la guerra sucia contra Morena a través de spots de vergüenza pero guarda silencio ante los cuestionamientos del proceder de su hermana. Si bien la orden venía de presidencia, siempre tuvo a la mano la opción de la renuncia. Prefirió aferrarse a su puesto y con ello a la ignominia porque difícilmente se olvidará este lamentable suceso.

Por el otro lado están los vendepatrias del gobierno estatal de Durango. La fiesta del eclipse era tan grande que no quisieron pasar desapercibidos y le vendieron a turistas estadounidenses, áreas exclusivas del mirador de la ciudad para disfrutar el eclipse sin mexicanos. No obstante, el único medio local en cubrir el evento en dicho lugar y en recoger la molestia de la gente local frente a los extranjeros fue el medio de Espacio Libre.

El vídeo se viralizó y fue hasta entonces que algunos medios locales de redes sociales tocaron el tema. En dicha toma, se señala a “Olivia” como la responsable de otorgar el permiso en la zona. Horas más tarde, el funcionario Lauro señalaba que jamás se otorgó dicho permiso pero las imágenes y los vídeos lo contradecían. Peor aún, señaló que por época electoral nuestro medio pretendía jugar un papel electorero. Nuestro medio, que ha sido el único portavoz de resistencia entre el gobierno municipal panista y el gobierno estatal del PRI y con grandes deudas morales con los duranguenses.

¿Tiene la maldición de Durango nombre y apellido? Sí, sus traidores y vendepatrias contemporáneos. ¿Tienen fecha de caducidad? Depende de su ciudadanía. Una ciudadanía víctima del replaqueo, de los feminicidios, del abandono de políticas públicas, de la meningitis, del incremento del narcomenudeo y de las calles hechas polvo tiene todas las razones para cambiar su destino. Aún está en sus manos lograrlo.